Érase una vez, un hombre que a causa de su trabajo tenía que viajar a menudo, este hombre, vivía solo y tenía un gato de compañía. Este gato era de su madre y cuando esta falleció él se quedó con el gato. Pero a pesar de que quería mucho a su gato no podía llevárselo siempre a los viajes.
Porque cada vez eran más largos y más lejos. Por eso tenía que dejarlo a menudo con un vecino para que se hiciera cargo de él. Un día, el hombre se fue de viaje y como de costumbre lo dejó con su vecino.
Cada vez que se iba, el gato se ponía muy triste y dejaba de comer. Hasta que en uno de esos viajes, el vecino empezó a notar que al gato le salían cosas raras en la piel, se lo comentó al dueño del gato, pero este, no le dió mucha importancia.
Tras varios viajes, el vecino se dio cuenta depende al sitio que fuera de viaje el dueño del gato, algo relacionado con ese lugar le salía en la piel. Por ejemplo, en su viaje a París, le salió al gato una Torre Eiffel en la piel y cuando fue a Francia, su piel se transformó en los tres colores de la bandera. En otra ocasión, le salió una especie de tatuaje con el Taj Mahal, ya que su dueño había ido a la India.
El dueño, preocupado por su estado, ya que se le iban acumulando los monumentos, banderas, etc... lo llevó al veterinario pero ninguno sabía lo que le ocurría.
Tras llevarlo a todos los veterinarios de la ciudad, aún le quedaba uno, este le dijo que normalmente las mascotas echan mucho de menos a sus dueños, ynesto le hizo reflexionar hasta encontrar la solución.
Se lo llevaría a todos sus viajes a partir de ahora. Y así poco a poco, el gato fue mejorando hasta que se puso bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario